martes, 18 de septiembre de 2007

-Las niñas y la lluvia ácida- (2006)

Ahora, las niñas miran hacia el cielo. La lluvia les inunda los ojos y resbala por su garganta. Ríen y saltan. Abren la boca para tragar cada vez más y más lluvia. Giran sobre sus faldas y se cogen de la mano. Se las oye cantar por encima de sus chapoteos. No hay rayos ni tormenta, pero ellas solas bastan para iluminar el mundo con sus sonrisas melladas y falditas rosas. Juegan a la comba con los ojos repletos de lluvia pseudo-lágrimas que resbalan tiernamente por sus mejillas, como si sus pómulos fueran toboganes de parques acuáticos.
¡Qué hermosos ángeles empapados!

Luego, cuando lleguen a casa, notarán que algo les abrasa la garganta. Vomitarán una irrisoria papillita verde que apenas resaltará en la porcelana del váter. Comenzaran a rascarse los ojitos, enrojecidos, pero el picor será demasiado para solventarlos con sus manitas.
Sus faldas empezarán a desgajarse mientras las purtuverancias y ampollas se adueñan de su pielecilla perfumada con nenuco. Deshechas, sin voz y sin lágrimas, pedirán ayuda las pequeñas. Más tarde las enlatarán en ataúdes blancos y las esconderán a dos metros bajo tierra. Allí estarán seguras. Allí la lluvia ácida no podrá alcanzarlas.

No salgan a la calle sin máscara antigas ni chubasquero de hormigón si ven que está nublado.


Ilustrado por HiddenBoy.

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