Las niñas de ciencias recogen sus cosas: escuadra, cartabón, calculadora científica; probetas, pipetas y demás instrumental robado del laboratorio, tablas periódicas, manuales de cuántica y dins-A3 para planos y maquetas. El esqueleto humano se guarda definitivamente en el armario, los nombres de los músculos y la tectónica de placas caen en el olvido.
Al rellenar la matrícula del año próximo se preguntan extrañadas: ¿dónde está la física?, ¿y las matemáticas? ¿Dónde quedan Wolframio, Molibdeno y los demás elementos? ¿Ya no más reacciones de ácidos y bases? ¿Qué fue de la cuántica? ¿Por qué no encaja la geometría? Sin ellas quererlo desaparecen los limites, las derivadas, las integrales, y todas las demás cosas con nombre de alimento que puede encontrarse en cualquier supermercado que existen en las matemáticas. Se desvanecen las cuentas y las noches soñando con problemas de álgebra. Adiós a las gráficas, a las reacciones, a los procesos inversos, a las cosas que caen, a las que se atraen, a las que se olvidan, a los principios del universo, a los finales del universo, al universo mismo.
Las nuevas asignaturas tienen nombre tales como “lingüística”, “morfosintáxis”, “lexicografía” o “lexicografía”. Al principio sus lengüetitas se hacen un lío al pronunciar tales palabras: “lingüís..” y se paran, pensando en qué lío se han metido. No obstante, tienen esperanzas: sus lenguas son versátiles y musculosas, no tardarán en adaptarse a los nuevos términos. “Nada más difícil que Ununquadium y Ununnilium”, piensan.
Pronto lo consiguen totalmente. Se adaptan en sueños a la idea mucho antes de empezar las clases. Sus nuevos compañeros no piensan en gráficas sino en palabras, decir ahora cualquier cosa en cualquier lengua tiene más sentido que saber formular el cloruro potásico. Allí se sueña con viajes, con llenar los oídos de sonidos no maternos y las maletas de abrigos. Allí no se preguntará el por qué constantemente ni habrá una regla fijada para hacer las cosas. La objetividad muere, ¿por fin? La frustración matemática acaba, la tensión de la física y el asco de la química se desvanecen. Todos cantan canciones con pronunciaciones perfectas.
Los utensilios de análisis quedarán pronto olvidados, relegados a un rincón lleno de polvo. Las pruebas en laboratorios esterilizados se cambarán por la asepsia de la calle, donde explorarán bocas con los dedos cruzados creyendo no infectarse. Olvidadas y alejadas de toda ciencia demostrable crearán sus propias gráficas y estadísticas con saltos y límites imposibles. Harán saltar sus electrones a regiones no cuantizadas cada noche. Sonreirán creyéndose transformadas, en cierto modo purificadas al haber cambiado la dictadura de las químicas y las físicas por la anarquía de los recitales de poesía.
No obstante…
Las niñas se miran las manos, lo que sospechaban: aún son verde uranio.
(Sciences Girls For Ever)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario